Un delicado contexto social y económico
En Francia, el mes de diciembre suele ver coexistir 2 fenómenos: la trashumancia de los barcos hacia París y el despertar de los movimientos sociales. El segundo suele dormir por la noche con el primero. Después de las chaquetas amarillas en 2018, el París Nautic en 2019 coincide con huelgas masivas, sobre todo en el transporte, contra la reforma de las pensiones. La sucesión de estos eventos no es obviamente favorable para el encuentro de la náutica en París, pero no debe eclipsar una tendencia más general en la industria de los salones náuticos. Las herramientas de Internet permiten ahora a los consumidores encontrar las características de toda la gama de embarcaciones en línea, antes de dirigirse a las marcas que se van a contactar directamente. El creciente número de eventos privados, como las jornadas de puertas abiertas o los días de prueba, lanzados por las marcas también compiten con los espectáculos de barcos.
Menos barcos y más espacio
Más allá de la observación general, la visita del Náutico 2019 puso de relieve la traducción concreta de esta tendencia. El pabellón 1, que alberga los barcos de vela, ha visto aumentar la anchura de sus pasillos. Marcas importantes, como los catamaranes Lagoon, o todo el grupo Grand-Large Yachting, han elegido no exhibir ningún barco. El espacio dedicado a los fabricantes de motores también se redujo, mientras que los fabricantes de equipos ocuparon una parte cada vez más pequeña de la sala 2.1.
Por otro lado, la situación entre los fabricantes de barcos a motor parecía más positiva. El pabellón 4 estaba completamente lleno y albergaba grandes unidades y marcas italianas normalmente ausentes como Riva o Pardo.
Animaciones y comunicación
La Fédération des Industries Nautiques, que organiza el salón a través de su filial Nautic Festival, debe gestionar la evolución del salón náutico para seguir las tendencias del mercado respetando el equilibrio de los presupuestos. Los barcos exhibidos frente al pabellón 1 se limitaban a barcos semirrígidos, lejos de los yates de carreras presentados hace unos años. Las pancartas publicitarias habían desaparecido parcialmente del acceso al recinto de la exposición. La zona abierta de observación de barcos ha sido abandonada, aunque FIN todavía hace hincapié en la expectativa de que los visitantes suban a bordo. Los astilleros, cuyos puestos no suelen estar muy abiertos a los visitantes, no ayudan en este sentido.
Hay que elogiar los esfuerzos de la organización para iniciar la transición ecológica del espectáculo. La posición del espacio del barco eléctrico frente a la entrada principal le dio una buena visibilidad. Un espacio dedicado a la ecología destacó las empresas virtuosas.
2020, una oportunidad para el cambio
Las obras previstas en el centro de exposiciones de la Puerta de Versalles obligarán al salón a cambiar su organización. ¿Permitirá la nueva disposición, en diferentes salas, que la muestra se reinvente para atraer nuevos expositores y nuevos visitantes? Hay mucho en juego, mientras que algunos expositores ya han anunciado que no quieren volver el año que viene.