Un marco normativo sin precedentes para transformar la gestión de los textiles profesionales

Adoptada en febrero de 2020, la ley AGEC marca un hito en la gestión de residuos en Francia. Su objetivo es pasar de un modelo lineal -producir, consumir, tirar- a una economía circular basada en la reducción, la reutilización y el reciclaje de los residuos. El textil, y en particular la ropa de empresa, es uno de los sectores más afectados.

El sistema se basa en varios pilares: la responsabilidad ampliada del productor exige que todos los fabricantes financien la gestión de los productos al final de su vida útil a través de una organización ecológica autorizada, en este caso Refashion para el textil. Así, las empresas que fabrican o venden ropa de trabajo, incluidos los equipos de protección individual, deben contribuir a financiar la recogida, la clasificación y el reciclado.
Además, desde enero de 2022, está prohibido destruir los artículos no alimentarios no vendidos, lo que obliga a las empresas a dirigir las existencias no utilizadas hacia los canales de reutilización o reciclaje. Por otra parte, desde febrero de 2023, los signos de clasificación son obligatorios: el logotipo Triman, junto con las instrucciones, debe figurar en todas las prendas comercializadas. Este sistema obliga a los fabricantes a pensar desde el principio en la reciclabilidad de sus productos.
Por último, se avecina un plazo crucial: a partir del 1 de enero de 2025, todas las empresas tendrán que clasificar sus residuos textiles en origen, una obligación que amplía el sistema de clasificación ya vigente para cinco flujos de residuos (papel, plástico, metal, madera y vidrio). Esta medida convierte al textil en el octavo flujo reglamentario para las empresas generadoras de residuos.
Un importante volumen de ropa profesional que sigue sin recuperarse

Cada año se comercializan en Francia unas 50.000 toneladas de ropa de trabajo, lo que representa casi 165 millones de prendas. Sin embargo, apenas el 30% de estos textiles se recogen actualmente para su reutilización o reciclado. El resto, cerca de 35.000 toneladas, sigue eliminándose mediante incineración o vertido.
Hay varias razones que explican esta situación. En primer lugar, todavía están surgiendo canales específicos para los textiles profesionales. En segundo lugar, las limitaciones relacionadas con la identidad visual, la confidencialidad o la limpieza de la ropa impiden reciclarla en muchos casos. Las cifras son aún modestas: sólo 6,5 toneladas se reciclaron en 2023 en el marco de un proyecto piloto de La Poste, y unas 60 toneladas más desde 2020 a través de la empresa Triethic.
Sin embargo, esta situación va a cambiar rápidamente. La obligación de clasificar los residuos de aquí a 2025 implica que todos los sectores empresariales âeuros, desde la sanidad hasta la construcción y la ingeniería civil, sin olvidar la restauración, la hostelería y las colectividades locales âeuros, tendrán que poner en marcha soluciones de recogida adecuadas. El impacto previsto es considerable: de unos centenares de toneladas que se recuperan actualmente, el sector tendrá que absorber varias decenas de miles de toneladas cada año.
Un sector en construcción, impulsado por iniciativas públicas y privadas
Ante estos nuevos imperativos, se están poniendo en marcha una serie de iniciativas estructurantes para organizar una respuesta industrial a la altura de los retos.

Es el caso de Recygo, filial de La Poste en asociación con Suez, que en 2024 puso en marcha la primera red nacional dedicada al textil profesional. Este sistema integral incluye la recogida in situ, la clasificación especializada por Synergie TLC y la recuperación de materiales por Nouvelles Fibres Textiles. El objetivo es doble: ayudar a las empresas a cumplir la normativa y crear un sector industrial sostenible en la región.
Por su parte, Triethic ofrece desde 2020 un servicio de reciclaje llave en mano denominado Vimethic. Este incluye el suministro de contenedores de clasificación, la recogida, la eliminación de elementos distintivos (logotipos, etiquetas) y la orientación hacia la reutilización o el reciclaje de materiales en función del estado de la prenda. El enfoque incluye una dimensión social, ya que la empresa emplea a una mayoría de personas discapacitadas.
Otros grandes actores del sector textil de empresa también se están implicando. El grupo Elis experimenta con el reciclado en circuito cerrado de sus uniformes, con el fin de crear nuevas prendas a partir de las fibras de los trajes usados. Cepovett, un fabricante francés, ofrece una gama de ropa de trabajo de segunda mano bajo la marca SecondWear, así como productos que incorporan fibras recicladas.
Por último, varias autoridades locales, como la ciudad de París, participan en el despliegue de soluciones locales de recogida y reciclado. Estas experiencias demuestran que se está configurando un ecosistema que combina agentes públicos, empresas privadas y economía social.
Perspectivas: entre limitaciones técnicas y palancas de transformación
A pesar del impulso actual, el sector profesional del reciclaje textil sigue enfrentándose a una serie de retos.
El primero es técnico. La ropa de trabajo suele ser compuesta, combinando algodón, poliéster, tratamientos químicos, refuerzos técnicos y elementos no textiles como botones o bandas reflectantes. Estas características específicas hacen que el reciclaje sea complejo. Aunque el reciclado mecánico (deshilachado) es ahora dominante, generalmente sólo permite su uso en productos degradados (trapos, aislantes). El reciclado químico, capaz de separar las fibras mezcladas, se encuentra aún en fase experimental.
El segundo reto es económico. El coste del reciclado sigue siendo superior al de la eliminación convencional. La rentabilidad dependerá de la capacidad de crear salidas para los materiales reciclados. Pero las fibras vírgenes siguen siendo baratas, lo que frena el desarrollo de alternativas circulares. Para estimular el mercado, Refashion está introduciendo sistemas de bonificación para los productos que incorporen materiales reciclados, y se está estudiando una legislación que penalice los productos textiles de vida corta.
Por último, un tercer reto reside en la aplicación práctica de la normativa. Muchas PYME aún desconocen sus obligaciones. Sin apoyo, sensibilización y controles, es probable que la clasificación profesional de textiles siga siendo teórica. Las herramientas de seguimiento y evaluación serán esenciales para evitar cuellos de botella en el proceso de tratamiento.
No obstante, las perspectivas son positivas. El marco normativo está claro, las iniciativas de la industria se multiplican y la concienciación pública sobre el impacto medioambiental del textil es cada vez mayor. Dentro de unos años, el reciclado de ropa de trabajo podría convertirse en parte integrante de la política de RSE de las empresas, del mismo modo que hoy lo es la clasificación del papel o los biorresiduos.