Fibras naturales utilizadas desde hace miles de años
Si la preocupación por el medio ambiente pone en primer plano el uso de fibras procedentes de plantas, su utilización para los materiales compuestos está probada desde al menos el Antiguo Egipto. "Las células de las plantas tienen dos funciones principales: el transporte de savia y su resistencia mecánica. En plantas como el lino, el cáñamo o la ortiga, el núcleo transporta la savia, mientras que la corona exterior tiene una función mecánica. Estas fibras se han utilizado durante siglos para confeccionar prendas de vestir. El papiro fue el primer material compuesto con el que se hizo un apilamiento asimétrico para permitir el bobinado", explica Christophe Baley, profesor de la Universidad del Sur de Bretaña y especialista en biocomposites.
Los primeros compuestos modernos utilizaban lino o algodón
Tras la aparición de los primeros plásticos en la industria para usos como el aislamiento eléctrico, pronto se hizo patente el deseo de reforzarlos mecánicamente. El algodón se utilizaba en el celorón. "Cuando quisimos aumentar las propiedades mecánicas, cambiamos el algodón por las fibras de lino. Esto es lo que se utilizó para hacer las primeras estructuras primarias de los aviones de material compuesto", dice Christophe Baley. Por ello, no es de extrañar el regreso de estos materiales, destronados posteriormente por las fibras de vidrio o de carbono.
Conseguir la fibra adecuada
Para ser interesantes, las fibras naturales para los composites deben ser fáciles de procesar y tener buenas características geométricas y mecánicas. "El sistema de desarrollo de plantas como el lino, el cáñamo o la ortiga permite obtener células largas, de hasta 25 cm. En comparación, la extracción de fibras de bambú es muy compleja y requiere un tratamiento químico para obtener fibras continuas. Se está trabajando mucho en el ramio, pero no crece aquí", dice el profesor de la UBS.
Creación de cadenas de valor agrícolas rentables para los biocompuestos
Aunque en el pasado se utilizaron diversas fibras europeas, principalmente cáñamo, lino, ortiga y retama española, las limitaciones económicas y medioambientales han hecho que algunas de ellas casi desaparezcan. "El cáñamo tenía un problema de enfermedades. Al final de la Primera Guerra Mundial había 19.000 hectáreas de ortiga. Pero esto se detuvo porque la planta es difícil de trabajar. Cuando lo cortas, dejas el rizoma y vuelve a crecer, lo que no va con la base de la rotación de cultivos. El lino, en cambio, es estable, con un mercado estable y una gran selección de variedades desde finales de los años 50. Puede volver a una parcela cada siete años. En el este de Francia y en Escandinavia se está trabajando para restablecer la industria de la ortiga. No es fácil conseguir que los agricultores cambien a las nuevas plantas. Es necesario garantizar una renta agraria, con una estabilidad de las cantidades y propiedades de la planta. La idea es, por tanto, utilizar las plantas existentes en la actualidad", afirma Christophe Baley.
Innovación inteligente en la navegación
Apasionado del sector náutico, el investigador sigue de cerca la industria. Nos invita a dar un paso atrás en las innovaciones de los materiales propuestos para los barcos del mañana. "Hay un deseo de evolucionar en la construcción de barcos. Pero hay muchas buenas ideas falsas. Dedico mucho tiempo a decir que hay que tener cuidado con los conceptos que se utilizan, que hay que pensar en el ciclo de vida completo", concluye.